Reto entre hombres

    Hace ya unos días hablando con mi hermano, me decía que estaba a punto de entrar a un nuevo reto con otros jóvenes. Esto llamo mucho mi atención, y es que resulta que el reto se llama «Reto entre Hombres» y claro que es de inspiración católica. Pero lo más curioso es que muchos hombres aceptaron hacer este reto. 


    El reto prácticamente consiste en ponerse una serie de actividades, privaciones y sacrificios para fortalecerse. ¡Sí, fortalecerse! ¿Y cómo se logrará esto? Pues lo que pasa es que cuando nos privamos de algo, pues nos vamos fortaleciendo, no sólo en el espíritu, sino en lo físico. El perfecto ejemplo es el hombre deportista. Pero ahora no hablaremos de eso.

    Mi hermano me ha explicado que el grupo que han hecho ellos es uno de muchos, porque al parecer otros grupos y movimientos en la Iglesia ya lo están poniendo en práctica. Uno de ellos, que ha tomado más fama, es el grupo llamado «Éxodus 90» que inclusive cuenta con un app donde puedes monitorear tus retos y actividades, puedes leer el evangelio diario y tener monitores que te ayudan.

    Lo que me llama la atención del «Reto entre Hombres» es que no podría venir mejor en este tiempo donde, como muchos hemos visto, hacen falta hombres. Y además que coincide perfectamente con la Cuaresma ¿Pero qué es el Reto? ¿De qué trata?

    Pues consiste en aprender a ser mejores hombres, ser hombres que se sepan dominar y controlar ante sus pasiones y deseos y que no las pasiones y deseos controlen a los hombres. Negarse a sí mismos para ser dueños de sí mismos. 

    ¿Y cómo se consigue esto? Con pequeños sacrificios en el día a día (aunque al parecer en estos tiempos a muchos pueden parecer grandes sacrificios). Como procurar levantarse temprano, hacer la cama, tomar dos veces a la semana duchas de agua fría, ayunando ciertos días (siempre y cuando se cuente con la salud para ello), dejando la televisión o el móvil un rato, entre muchas tantas cosas. 

    ¿Y si no puedo hacer eso? Pues si no conseguimos siquiera un poco de eso, quiere decir que las cosas y pasiones nos dominan. Un hombre es dueño de sí mismo, y domina sus pasiones, sus apetencias, sus gustos. Y no al revés. Y si no lo conseguimos ¿dejamos de ser hombres? Pues seguiremos siendo varones, pero hombres hechos y derechos, hombres plenos, no; ya está, ¡está dicho! Si no somos capaces de dominarnos y abnegarnos no somos hombres. Ya que cuando nos lleguen pruebas más grandes (como la tentación de la pornografía, la masturbación, algún problema familiar que requiera de un hombre, las decisiones de la vida, etc.) no podremos hacer lo correcto, tomar la decisión adecuada y estropearemos el momento. Y si a esos momentos los vamos haciendo vicios, en vez de virtudes, pues nos encontraremos ante un vicio que nos será difícil dejar en la vida madura.


    Mira, el Catecismo de la Iglesia nos enseña que «el camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual» (CAT 2015).

    Y luego nos habla de la ascética, que no es más que el dominio de sí: «El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas» (CAT 2015). Es decir, que si no hay abnegación no hay santidad. ¡Ser santo es de hombres! Y hombres valientes que sepan decir no, cuando es no, y sí, cuando es sí (Cfr. Mt 5, 33-37).

    ¿Te atreves a hacer un reto entre hombres? ¡Anímate! Y aprende a ser mejor hombre. ¡Sé hombre, hombre!


¡Viva Cristo Rey!

Hombre Católico








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