Vida en familia

 

Todos tenemos en nuestros corazones el deseo de vivir en familia. Porque Dios nos ha creado para estar en compañía de los demás. «No es bueno que el hombre esté sólo»(Gén 2, 18). Y por eso nos dio una familia. O al menos, ese ha sido su plan.

También los sacerdotes, los consagrados y todos aquellos que dedican su vida a ser sólo de Dios y de las almas, el Señor los ha llamado a vivir en familia. Y de alguna manera u otra nos invita a estar con los demás.

Y esto es muy fácil de saber porque Dios es Familia Divina, de hecho, es La Familia Divina, y al crearnos nos ha creado en su reflejo. Por eso está incrustado en el hombre querer tener una familia, sea humana (la de un hombre casado) o espiritual (la de un alma consagrada). 

Las monjas de Valdediós, en el Valle de los Caídos | El Comercio

El hogar es el lugar donde está la familia. Y muchas veces nos olvidamos de hacer vida de hogar. El hogar es donde se CONOCE y AMA a Dios y a los demás. 

 

Dios Padre, para que le conociéramos nos envió a su hijo, Jesús, pero «el mundo no le ha conocido» (Jn 17, 25), porque no le hemos amado. «Si alguno me ama, guardará mi doctrina, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él» (Jn 14, 23). Eso es lo que debemos conseguir en cada uno de nuestros hogares. Seamos padres, hijos, abuelos o nietos. Nuestro objetivo en cada hogar a de ser que dejemos que Dios «ponga su morada» en cada miembro de la familia, que lo CONOZCAN como Él es, y Él es Sabiduría Sabida (o expresada) en Amor (cnf. Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia). 

Familia numerosa en tiempos de confinamiento

 

Jesús es la sabiduría del Padre, es todo lo que Dios es, pero en expresión. Si queremos conocer a Dios debemos acudir a Jesús, pues Él es Sabiduría de Dios explicada. Él expresa lo que es Dios, que se encarnó para decírnoslo a nosotros. Jesús es el único camino para llegar a Dios. «Yo soy el camino»(Jn 14, 6) y este camino, la Iglesia, en nuestros hogares nos ayudará a conocer más a Jesús.


En el hogar se conoce más a Jesús. Pero esto sólo es posible hablando de Él, formándonos y acudiendo a lo que la Iglesia nos enseña por medio de su magisterio, de la vida de los santos, del evangelio, etc. Y quisiera decir de la Biblia, que sí, pero ésta hay que saberla leer siempre de mano de la Iglesia, para saberla interpretar en su luz y no como nosotros creamos que sea mejor y así evitar errores.


Pero el punto aquí es, para que los demás miembros de mi familia se encuentren con Jesús es fundamental hablar de Él y con Él. No vaya a ser como esos padres que dejan todo en manos de la escuela y de los catequistas, que a veces mucha formación y ejemplo les hace falta. La formación de nuestros hijos está en nuestras manos. 


Necesitamos a Jesús, y para que Él se nos dé debemos hacer algo nosotros; ¡dejarle actuar! y eso cuesta, pero ¡hagamos el esfuerzo!


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Para terminar, la manera de estar contentos es formando hogar. Porque en el hogar somo una familia. Y una familia que Dios no da. Viviendo su misma vida en nosotros. Su vida, lo que Él es, se identifica con su voluntad, lo que Él quiere. Entonces para vivir su vida debemos cumplir su voluntad.

 

¿Cuál es su voluntad? Esto lo explicaremos en otro tema. Pero para ser felices realmente, tenemos que hacer la voluntad de Dios. 


¡Viva Cristo Rey!

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