EL CAMINO DE LA PAZ


El mundo esta en una confusión. En todas partes la gente grita: "paz, paz". 
Pero no hay paz. Nuestros corazones están llenos de enfado, envida, violencia y ansiedad. Todos los días una tumultuosa y raudal lleno de pasión, con palabras y emociones brotan de Internet y cruzan el cable de los medios de comunicación. 

 La paz es el fruto que da la seguridad de la voluntad de Dios cumplida. (15-4-69)

Anhelamos descansar, con tranquilidad, pero no podemos encontrar un lugar donde hacerlo. Y en nuestra desesperación, algunos incluso nos imponen la paz a la fuerza, derrotando sus enemigos ideológicos a la sumisión misma -- una paradoja amarga, si es que alguna vez hubo una.


Los trastornos del mundo no son aleatorios. Son simplemente un reflejo del vacío y estériles esfuerzos de nuestros propios corazones.  Santiago Apóstol evalúa el mal de nuestro tiempo: 



"¿De donde vienen las contiendas y pleitos entre ustedes? 
¿No vienen de sus concupiscencias, que lidian en los miembros de ustedes?
Ustedes codician y no tienen: matan y envidian. Litigan y se hacen la guerra unos a otros; 
ustedes no alcanzan porque no demandan..."
(St 1: 1-2)


Nuestras pasiones están corriendo salvajemente, las cuales nos están matando.


LA RECETA DE SAN PABLO

El camino del mundo es un camino de ansiedad y de muerte, pero el camino del Señor es un camino de paz y vida. El enemigo de nuestras almas es el que siembra enemistad y odio, y el que lucha uno contra otro. La única solución para la paz del mundo es encontrar paz en nuestros corazones.

Tenemos una tendencia natural a pensar que nuestros tiempos son los peores que pudieran haber existido. Incluso San Pablo vivió en tiempos que eran más dolorosos que el nuestro. Todo su mundo estaba en confusión, con las autoridades judías persiguiendo la Iglesia floreciente; herejías invadiendo a todas partes, y los cristianos rebeldes pendenciando y formando división y fracciones. En estas circunstancias difíciles, San Pablo trabajó incansablemente para predicar el Evangelio, una tarea aparentemente imposible.

A donde sea que él iba, se encontraba con la adversidad. Fue inexorablemente perseguido, golpeado, apedreado y calumniado. Si alguien tenía derecho a estar ansioso y desalentado, ese era San Pablo.

Pero esa no fue su solución. A pesar de los mares, literal y figurativamente, tempestuosos que encontró, San Pablo siempre estaba en paz. En su carta a los Filipenses, San Pablo esboza su prescripción para la paz del alma en tiempo difíciles.

"Alégrense siempre en el Señor, otra vez se los digo, alégrense.
Que su modestia sea manifiesta a todos los hombres: el Señor está cerca.
No tengan solicitud por cosa alguna; sino que con mucha oración y ruegos, con acción de gracias presenten sus peticiones delante de Dios. 
Y la paz de Dios , que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus sentimientos en Jesucristo. 

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo santo, todo lo amable, todo lo que es de buena fama, todo cuanto es virtud, y cosa digna de elogio, todo esto tenedlo en cuenta.  
Lo que ustedes aprendieron, recibieron, oyeron y vieron en mí, todo esto pónganlo por obra: el Dios de la paz será con ustedes. " 
(Flp 4: 4-9)  



ALÉGRATE SIEMPRE

Lo primero que San Pablo anima es alegrase. Sé alegre. Deja que tu alegría ilumine tu rostro. No estés desanimado ni desalentado.


Pero cómo, preguntarás, puede uno estar alegre cuando hay tanto dolor y sufrimiento en el mundo. A menudo es más fácil decirlo que hacerlo. La respuesta es sencilla, porque nosotros servimos al buen Dios que ama al hombre, y Él ha pisoteado a la muerte con su propia muerte en la Cruz. Nos alegramos porque sabemos que, mientras estemos a diario acosados por la derrota, servimos a Cristo Jesús, quién venció a la derrota al ser vencido aparentemente; y resucitó victorioso para no morir más. Es en el encuentro con Cristo resucitado, especialmente en la EUCARISTÍA, que experimentamos el gozo de su victoria.


Alegrarse no es opcional para un cristiano. En otra carta, San Pablo nos dice que "Den gracias por todo, porque ésta es la voluntad de Dios en Jesucristo para con todos ustedes." (1 Ts 5:18). Den gracias por todo (en todas las circunstancias). No encontrando algo positivo para ser feliz en medio de la confusión, aunque no haya nada de malo en eso, sino hay que dar gracias por las tribulaciones mismas.  Este es el camino seguro para la alegría y la más alta forma de dar gracias. SÓLO ES POSIBLE POR LA VIDA DE LA GRACIA. Sin embargo, el gozo, incluso en los pruebas, es el camino de la paz.



Lo segundo, se nos dice que seamos amables. La amabilidad no es muy apreciada en el mundo de hoy... La violencia, verbal y de obra, dominan nuestros días. Pero de ninguna manera debe ser una señal de los que seguimos a Cristo Crucificado; debemos ser conocidos por nuestra mansedumbre, la humildad y la amabilidad hacia los demás, especialmente para quienes nos odia y desprecian: nuestros enemigos. No devuelvas maldición por maldición, no importa lo tentador que pueda ser esto, "más bien bendice a quienes te maldicen y persiguen, y ora por ellos; para que así seas un verdadero hijo de Dios, no sólo de palabra, sino de obra. La paz comienza con corazones llenos de paz, no de venganza y desquites. 




La tercera exhortación que San Pablo nos hace es la ORACIÓN. Sólo abriendo nuestros corazones al Señor encontraremos paz (y en nada más, pues para Él hemos sido creados). Una vez un santo varón decía,- y lo digo de manera parodiada-, que buscando la paz en cosas externas (en cosas que nos son Dios, o no son según Dios o, incluso, que no tienden a Dios) son ¡TONTERÍAS! Pues en estas cosas nunca existirán verdaderamente. El único lugar donde hay paz en la tierra es en el corazón que tiene a Dios en él. Es sólo en la comunión con el Príncipe de la Paz en lo profundo de nuestro corazón que encontraremos esa paz que tan desesperadamente deseamos y anhelamos.  

¿Y cómo llegar a conocer a Cristo? ¿Y como moramos en él como la rama mora en la vid? Con la ORACIÓN. "Oren sin cesar", nos dice San Pablo en otro lugar. La oración es la sintonización con el corazón de Dios. Mientras más vivamos en LA PRESENCIA DEL SEÑOR, nuestros corazones estarán más en paz.



Por último, hemos dicho que hay que llenar nuestro corazón y nuestra mente con lo que es bueno y verdadero. En muchas ocasiones, pensamos que el entretenimiento es inofensivo. Pensamos todas las cosas de entretenimiento como "correctas", así que imaginamos que podemos consumir lo que queramos o nos apetezca. Sencillamente esto NO ES VERDAD. En sentido literal y real somos los que consumimos (somos lo que vemos y leemos, pues nos lo creemos la mayoría de las veces).  Se vuelve parte de nosotros. Mirar la violencia, el libertinaje, la impureza, la falta de pudor y cuidado, etc. en la televisión, las redes sociales, etc. NO ES INOFENSIVO, es muy malo para el alma (pues de eso la llenas; y recuerda que "de lo que abunda en el corazón habla la boca", ¿has notado cuales son los temas de conversación que normalemente tienes? ¿Hablas regularmente de Dios o del vídeo que hay en Facebook haciendo una tontería?) Igualmente, ver un ciclo sin fin de noticias las 24 horas con la intención de crear sentimientos de temor, culpa y fatalidad, y lleno de lo peor de la humanidad, es una receta buenísima y rápida para la ansiedad (y la perdida de tiempo).


San Pablo es claro: No te detengas, no te fijes, no mores en lo que es malvado. Pues estás llevando este saber y conocer en ti mismo; y se está convirtiendo en parte de ti. Tampoco nunca puedes esperar encontrar paz llenando tu mente con actor horrendo que fluyen a través del Internet y las redes sociales y de noticias incesantemente.


Mora y detente en lo que es bueno y santo.


Lee, mira y consume lo que te hará grande, lo que elevará tu alma y llenara tu corazón de paz, la verdadera paz, porque serás lo que contemplas. 




SOLUCIONES TRASCENDENTES Y DE DIOS PARA PROBLEMAS MUNDANOS

Las soluciones de San Pablo no son las del mundo.  El mundo te invita a que te protejas tu mismo (en tu burbuja) cueste lo que cueste.  Almacena alimentos y armas. Grita, reviente y rompe cosas. Escribe editoriales mordaces y escandalosas y genera polémica con enojo y que generen odio y más violencia. Firma peticiones  y ponte a intimidar a los demás. Búrlate de los demás y humillalos...
Sin embargo, estas falsas "curaciones" nunca traerán paz, sino más vacío, dolor y ansiedad. Son un anticipo del infierno. 

El camino del Señor es el camino de la paz. ¡Alégrate! Sé manso y amable. ORA, ora mucho; que no te quedes un día sin la oración. "JESÚS EN EL SAGRARIO,-hecho un pedacito de Pan sólo por Amor-, TE ESPERA SIEMPRE". Piensa y saborea "qué bueno es el Señor". Y que el Dios de la paz este contigo siempre. 



***Tomado y traducido del Blog de "The Catholic Gentleman", de Sam Guzman (www.catholicgentleman.net) Con algunas adiciones  personales y de La Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia, fundadora de la Obra de la Iglesia (www.laobradelaiglesia.org)



 "La paz es el fruto que da la seguridad de la voluntad de Dios cumplida" 
(15-4-69) 
Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia, 

fundadora de La Obra de la Iglesia








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